martes, 3 de febrero de 2009

EL PLAN ES QUE NO HAY PLAN

Últimamente voy tan rápido que afortunadamente no tengo tiempo de pararme a pensar. Unos días la vida es un asco, y otros tienen algún aliciente que me anima a abrir los ojos, que me da un empujoncito. Normalmente la alegría es directamente proporcional a lo cerca que esté el viernes.

Un motor de expectativas, de planes. Planes a partir de las 7, planes para el sábado, planes para esas vacaciones que nunca llegan....

Este finde me han visitado las expectativas en persona, y todo ha vuelto a estar momentáneamente en su sitio. Las charlas eternas, las risas (sobre todo las risas), la paz y la guerra, las cervezas, y esa sensación de que el día merece la pena en sí mismo, sin necesidad de esperas ni esperanzas.

No tengo fotos, pero no creo que me hagan falta. Gracias, nos vemos en breve. Mientras, agradezco al espíritu del niño melón, a Lavapiés y a La Latina que me mantengan viva y aturdida. Y a algunos viejos amigos, que me mantengan esperanzada.

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