Nuevo fin de semana, que para nuestra desgracia ya ha quedado atrás, nueva entrada de blog .... porque por suerte siempre tengo algo que contar¡¡¡¡ Y menos mal que la suerte me sigue acompañando, porque lo que es el tiempo no lo hace mucho. Nubes, algo de lluvia, y ese resolillo que hace que no te pongas protector solar y en consecuencia termines como un cangrejo, como es mi caso. Como era fiesta el jueves y el consejero saliente tuvo la generosidad de darnos puente, el miércoles salimos hacia Río. Comprar el billete fue toda una odisea, tardamos tres horas, yo ya tenía ganas de llorar en el bus camino de la estación después de estar 15 minutos literalmente parados en un atasco. Menos mal que mereció la pena. Los buses-cama de aquí son increíbles, te dan un picnic y una buena manta (que se me olvidó robar, de la próxima no pasa), los asientos son butacones enormes y muy separados, no digo más que dormí totalmente tumbada, boca abajo, como en mi cama, como una reina. De Río cogimos otro bus más convencional hasta nuestro destino, Arraial do Cabo, meca de los buceadores brasileiros después de Fernando de Noronha (una isla que es reserva natural y a la que es carisísimo ir). Un pueblo pequeño, supertranquilo, muy auténtico, en el que éramos los únicos guiris. Un poco de playita, pescadito, marisco (que es muy malo, pero es lo que hay), paz y relax. Es increíble el poder relajante y terapéutico del mar, después de una siesta acunada por el sonido de las olas me quedé como nueva. Aunque para las peazo de playas que tienen, la verdad es que estos brasis son un poco guarretes, dejan todas las latas, colillas, cocos y demás tiradas en cualquier lado; menos mal que la playa a la que fuimos mide 40km y encontramos nuestro hueco sin problema ;-P Por cierto, mis acompañantes fueron Eva, mi compi de piso y curro de Barakaldo, que ya es casi como mi sombra y yo la suya, dentro de poco no se nos va a distinguir; y Karlos y Amaia, dos becarios del Gobierno Vasco que se van ya dentro de poco, una pena porque son un encanto (como dice Eva, buena bilbaína, vascos tenían que ser¡¡¡).....El viernes visitamos Buzios, un pueblo turístico donde van los ricachones de Río y una cantidad ingente de argentinos, el Saint-Tropez de Brasil; muy cuco, muy cuidado, aunque quizá demasiado explotado. Ahí terminé de fundir mi tarjeta de crédito, que después de tanto viaje la tengo tiritando.....
Y ahora, capítulo aparte.....el mergulho, o sea, buceo. Eva y yo nos apuntamos a un intensivo de fin de semana, clase y 4 inmersiones. Intensivo, intensivo, porque el sábado empezamos a las 8:30 de la mañana¡¡¡¡ Teoría, chapa pero bien. Prácticas en piscina-charca, bien, unas risas ponerse el neopreno, pero bien. Salida al mar......paseillo buceando, muy bien. Peces de colores, estrellas y arañas de mar (el monitor me la dio para que la cogiera y casi me dio un chungo, con el asco que me dan las terrestres¡¡¡¡). Ejercicios, regular. El tema consistía en quitarte las gafas y volvértelas a poner (dentro del agua, claro), y eso más o menos dominado. Subida de emergencia, dominado. Quitarte el regulador y volverlo a coger......mal. Resulta que mi reflejo es tragar agua en vez de escupirla, que es lo suyo. El caso es que cada vez que lo intentaba me empapuzaba y hala, para arriba. La segunda inmersión del día no pude hacerla porque no me tomé la biodramina a tiempo y me tuve que quedar en el barco, blanca (con lo que soy yo¡¡¡) y hecha un trapo. Todas estas circunstancias me llevaron a estar a punto de tirar la toalla, pero el orgullo pudo más que el desánimo y ahí que volví a mergulhar el domingo. Primera inmersión, paseito estupendo, aunque la visibilidad era peor y mi mente estaba ensombrecida por la alargada sombra de los ejercicios subacuáticos. Por fin llegó la hora de la verdad, y yo temblando, que estaba el agua que cortaba de fría. Total, que después de varias intentonas, conseguí hacer bien todos los ejercicios, y, aliviada la presión del examencillo, me dí un paseo que disfruté de verdad de la buena. Aunque parece claro que no he nacido para sirena, y la verdad es que eso de respirar por la boca se hace raro (te acostumbras pero me sigue sin gustar mucho), la experiencia de estar 12m por debajo del agua es increíble, sobre todo en un sitio con tanta riqueza natural (marina). A ver si tengo oportunidad de practicar más y le voy cogiendo más el gustillo.
Y eso, a la vuelta paradita en Río para ir a “Casa Rossa”, la casa de samba de la otra vez, feijoada, cervecillas, samba en directo por supuesto, y gente guapa (creo que mi sentido de la estética se está transformando peligrosamente, ya empiezo a ver guapos y guapas....). El sitio está genial. Después bus de noche y al curro del tirón. C’est la vie¡¡¡¡ En fin, que lo sé, que vaya chapa, que lo lea quien quiera, pero con la emoción del buceo....lo tenía que contar. En breve, más y mejor.
Y ahora, capítulo aparte.....el mergulho, o sea, buceo. Eva y yo nos apuntamos a un intensivo de fin de semana, clase y 4 inmersiones. Intensivo, intensivo, porque el sábado empezamos a las 8:30 de la mañana¡¡¡¡ Teoría, chapa pero bien. Prácticas en piscina-charca, bien, unas risas ponerse el neopreno, pero bien. Salida al mar......paseillo buceando, muy bien. Peces de colores, estrellas y arañas de mar (el monitor me la dio para que la cogiera y casi me dio un chungo, con el asco que me dan las terrestres¡¡¡¡). Ejercicios, regular. El tema consistía en quitarte las gafas y volvértelas a poner (dentro del agua, claro), y eso más o menos dominado. Subida de emergencia, dominado. Quitarte el regulador y volverlo a coger......mal. Resulta que mi reflejo es tragar agua en vez de escupirla, que es lo suyo. El caso es que cada vez que lo intentaba me empapuzaba y hala, para arriba. La segunda inmersión del día no pude hacerla porque no me tomé la biodramina a tiempo y me tuve que quedar en el barco, blanca (con lo que soy yo¡¡¡) y hecha un trapo. Todas estas circunstancias me llevaron a estar a punto de tirar la toalla, pero el orgullo pudo más que el desánimo y ahí que volví a mergulhar el domingo. Primera inmersión, paseito estupendo, aunque la visibilidad era peor y mi mente estaba ensombrecida por la alargada sombra de los ejercicios subacuáticos. Por fin llegó la hora de la verdad, y yo temblando, que estaba el agua que cortaba de fría. Total, que después de varias intentonas, conseguí hacer bien todos los ejercicios, y, aliviada la presión del examencillo, me dí un paseo que disfruté de verdad de la buena. Aunque parece claro que no he nacido para sirena, y la verdad es que eso de respirar por la boca se hace raro (te acostumbras pero me sigue sin gustar mucho), la experiencia de estar 12m por debajo del agua es increíble, sobre todo en un sitio con tanta riqueza natural (marina). A ver si tengo oportunidad de practicar más y le voy cogiendo más el gustillo.
Y eso, a la vuelta paradita en Río para ir a “Casa Rossa”, la casa de samba de la otra vez, feijoada, cervecillas, samba en directo por supuesto, y gente guapa (creo que mi sentido de la estética se está transformando peligrosamente, ya empiezo a ver guapos y guapas....). El sitio está genial. Después bus de noche y al curro del tirón. C’est la vie¡¡¡¡ En fin, que lo sé, que vaya chapa, que lo lea quien quiera, pero con la emoción del buceo....lo tenía que contar. En breve, más y mejor.
2 comentarios:
Me ha encantado tu relato y al mismo tiempo me ha dado envidia (de la sana), que bonito tiene que ser el mar a la profundidad que tu lo viste, peces y demás.
Sigue practicando, para cuando puedas llevar cámara de fotos para deleitarnos
Hola Cris!!
Me alegro de que hayas empezado el buceo!! Seguro que pronto le pillas el truco y el gustillo... y es que una vallisoletana como tú necesita un tiempo de adaptación!! (Cuantos "metros" de profundidad tiene el Pisuerga??)
La próxima vez con cámara de fotos!!!
Un besazo!!!!
Javi
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