Mi cumpleaños se acerca, lo repito mucho para que nadie se olvide, que me pongo muy tonta con estas cosas ;-P Y ayer me hicieron mi primer regalo de cuarto de siglo. II Edición de los Premios Paladar de Sao Paulo. El becario agro, osease Ale, tenía que acudir en representación de la Oficina, porque para nuestro comercio exterior es de vital importancia saber lo que se cuece en los fogones paulistanos ;-P Para el evento sólo tenía dos invitaciones, y de nuevo porque soy muy tonta con estas cosas y a poco que se me conozca se sabe, todos mis compañeros me cedieron el honor de aprovechar la invitación sobrante (gracias, señor Marqués ;-P )
Tuve que ir con mis pintas de oficina, aquí lo de pasar por casa es una utopía, pero dio igual. Sitio chic, chill out, beautiful people, vestidos de fiesta, la tele, el photocall....yo no sabía que eso, el photocall, se llamaba así, me lo explicó el Ale, que es un tío muy vivido; ya me dijo, que hay que saber comer huevos fritos y langosta. Decenas de camareros vestidos de negro se paseaban con champán, vino, cerveza, whisky.......y un montón de tipos distintos de pequeños canapés en plan fino, chiky que dicen aquí, de esos que ni siquiera distingues qué llevan pero que están que te mueres de buenos. Había hasta cuenquitos de un tamaño aceptable con un rissotto riquísimo. Ale se dio pronto a la bebida, así que me lo comí yo todo ;-) Aunque yo creo (y sé que suena a dominguera cutre) que a estos sitios hay que ir cenao, porque entre bocadito y bocadito de lo que te llenas mayormente es de aire y corres el peligro de volverte a casa con hambre (quizá por eso todas las invitadas estaban tan flacas); a pesar de que ciertamente había muchos camareros y muchas bandejas, hubo momentos en que me sentí literal (y discretamente, que estoy muy bien educadita) persiguiendo las bandejas de comida. El caso es que al final, cuando ya se habían repartido los premios pertinentes (a los que por supuesto no presté la menor atención) y llegó el momento de la música en directo, también yo me di a la bebida. No se cuántos vinos después nos dimos cuenta de que estaban barriendo y de que quedábamos cuatro. Tocaba retirarse. En el taxi de vuelta, iba un poco achispada (para qué negarlo) pero muy contenta; cómo me gustan a mí estas tonterías de vez en cuando¡¡¡ Y por supuesto lo mejor, la compañía ;-P Gracias, Ale. Eso sí que es un buen regalo.
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